Que débil se escucha el latido
(ahogado en mi llanto)
me postro indolente y cautiva
como la soledad
Con mustias palabras que tallan
silencios furtivos,
porque hoy ha gritado mi vida
su herida mortal
Mi pecho parece abatido
al azote del alma,
y mis manos que sangran caricias
porque tú no estás
Tan sólo se escucha al recuerdo
gimiendo en silencio,
contando sus horas de vida
hasta amanecer!
Eileen
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